El expresidente ha sido sin lugar a dudas la figura política más notable de las últimas décadas, pero su fuerza para arrastrar votos parece perder efecto por primera vez.
La realidad de Colombia ha cambiado radicalmente de lo que era en 2002 a lo que es actualmente, siendo escenarios muy distintos en los que llegó a la presidencia Álvaro Uribe Vélez. En estas dos décadas que han pasado, el país dejó de ser un lugar sitiado por la guerrilla, en el que no se podía viajar por carretera sin correr el riesgo de caer en una pesca milagrosa, como se le conocía a los secuestros de las FARC en las vías nacionales en aquel entonces.
Ante esa realidad, el político paisa usó su célebre discurso de “mano dura”, narrativa que para este momento que se vive suena desgastado y poco convincente, explicando la caída de su imagen, que en su momento llegó a tener una popularidad del 85% y que el año pasado rozaba apenas el 20%, bajón que se han sentido en las presentes elecciones.
Algo fundamental en estas elecciones es que el Centro Democrático, su partido, no tiene candidato formal y es Federico Gutiérrez, el único que se acerca a la derecha, pese a negar el apoyo uribista en más de una ocasión. No hay que olvidar que tan solo en marzo el expresidente Uribe sufrió una derrota en las urnas luego que la coalición de izquierda que lidera el candidato Gustavo Petro, superó en votación a su colectividad en las legislativas, siendo una muestra de la pérdida de fuerza en las regiones.
Según el analista y exviceministro del Interior, Héctor Riveros, el poco peso que ha tenido el uribismo en esta campaña se explica en la necesidad de cambio que pide el país. algo que la figura del expresidente no puede proveer, siendo su discurso la cara del continuismo y el de la constante amenaza por el cambio usando a Venezuela como referente.
“Uribe ha intentado mantenerse al margen como una estrategia para que sobrevivan algunas piezas de la vajilla y no terminen de romperse todos los platos (…) Él confía en que el resto del establecimiento ha hecho la tarea, aunque -de momento- no estén convencidos de que pasarán a segunda vuelta”, advierte Riveros.
Contrario a eso, el analista asegura que Gustavo Petro ha sabido liderar un movimiento social junto con Francia Márquez como su fórmula vicepresidencial, el cual representa cambios estructurales que van de la mano con las minorías de todo el país y en una gran parte de la sociedad que nunca se ha sentido representado por los gobernantes.