El periodista Yohir Akerman ha presentado en su última columna varios detalles relacionados con los crímenes de Estado conocidos como ’Falsos positivos’, en los cuales se revela el tipo de criterio de los uniformados para encontrar y proceder contra los civiles que posteriormente serían pasados como guerrilleros abatidos en combate.
La columna encara el descubrimiento partiendo de un testimonio conseguido en el Batallón La Popa en Valledupar, además de remitirse a un documento publicado el pasado 20 de enero, en el que se narra la existencia de diez elementos que demuestran que las víctimas del Ejército eran seleccionadas previamente, cumpliendo con rasgos y características específicas.
Según relata Akerman en su columna, la información se basa de un informe presentado a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por parte del Colectivo José Alvear Restrepo (CAJAR) junto con el Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, quienes en conjunto recopilaron 40 versiones de 32 exintegrantes del Batallón La Popa que confesaron el proceso de selección de las víctimas, lo cual arrojó la macabra cifra de 146 personas ejecutadas entre 2002 y 2005, durante el gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.
Entre los detalles mencionados por los exintegrantes de la fuerza pública, aparecen aspectos tales como el encontrar a un individuo indocumentado, personas con antecedentes previos, menores de edad, y personas de bajos recursos, como habitantes de la calle o personas que se dedicaban al reciclaje; otros detalles tenidos en cuenta era el encontrar hombres pertenecientes a comunidades indígenas, personas acusadas de ser desmovilizados, miembros de la comunidad LGBTI e incluso personas discapacitadas.
Akerman hace una mención especial a una víctima que, según el testimonio dado por uno de los militares interrogados el 7 de diciembre de 2007 en Valledupar, fue ejecutado tan solo por el hecho de parecerles “como gay” a los uniformados con los que se cruzó.
Dichas muertes efectuadas por miembros del Batallón La Popa estuvieron bajo la comandancia del coronel Publio Hernán Mejía Gutiérrez, por lo Akerman recordó varias declaraciones dadas por el uniformado respecto a la comunidad indígena, llegando a estigmatizar a los miembros de dichas comunidades como “terroristas o amigos del terrorismo”.